domingo, 3 de noviembre de 2013

Los diabéticos: del copago al exterminio.







Ya hemos empezado el mes de noviembre, que mira por dónde es el mes dedicado a nivel internacional a la diabetes. Son muchas las asociaciones de pacientes diabéticos, o de familiares, que en esta época hacen "cosas" para que esta puta enfermedad no se olvide: una pachanguita de fútbol por aquí, una semana informativa ahí al lado, una caminata en todo el centro, conciertos, mesas donde te miden la glucemia capilar y mucho más.
Los "representantes civiles" del pueblo, eso que suena tan rimbombante y tan vacío a la vez, se buscan las maneras. Pero siempre se puede ir más allá, y no hablo de "cosas".

Hace poco Joan Carles March contaba en Sano y Salvo que en su Escuela
"los pacientes y sus familiares (...) tienen mucho que enseñar a otros pacientes a partir de la experiencia acumulada en su proceso de salud, incluso a los propios profesionales sanitarios: pueden enseñar a éstos la cara oculta de la enfermedad, la experiencia única de ser enfermo: los miedos, los temores, los deseos, lo que nos hace sentir mejor y lo contrario". Está bien eso de ser contadores; Pero, ¿por qué no también ejecutores? 


La corresponsabilidad de los pacientes es algo en alza, y tampoco hablo ahora de eso. Hablo de ser ejecutores respecto a los presupuestos que se asignan desde los gobiernos -sean nacionales, regionales o municipales- para la enfermedad que sufrimos, presupuestos que redundan en las arcas de un país, las de algunos de los miembros de esos mismos gobiernos, las de los gestores de las diferentes empresas privadas sanitarias, y, por supuesto, de las de las empresas farmacéuticas que fabrican la materia prima que consumimos tan alegremente, aunque nos mate. 

¿Cuántas Farmacéuticas tienen atados por sus partes nobles a científicos que nos podrían aportar curas y no tratamientos? Eso ni lo sabemos, ni lo sabremos, pero paseando por la prensa nos podemos hacer una idea más o menos cercana. Lo que sí sabemos es que algunos gobiernos empiezan a culparnos del excesivo gasto económico que suponemos enfermos como nosotros, los diabéticos. El ejemplo de México ha sido hoy el más sangrante para mí: "A partir de un "principio de corresponsabilidad", la Estrategia Nacional para Prevenir la Obesidad pretende que los enfermos crónicos de algún mal vinculado a su sobrepeso den una aportación extra por su tratamiento".
 
La obesidad es un desencadenante de la diabetes más que demostrado, pero hasta ahora, entre los latinos al menos, no era criminalizada. Hay que evitarla, controlarla con los medios de los que disponga una sociedad, como se está llevando a cabo en Andalucía, pero de ahí a cargar económicamente a los que la sufran, con tasas o encarecimientos en salud, es sin más matar a los que la sufran.


Quien haya pensado eso en México sabe tanto de obesidad como Cristina Elisabet Fernández de Kirchner de la diabetes. Le obesidad también es más común en los estratos sociales más humildes. Si encima hubiera que pagar más por tener atención sanitaria al ser obeso, estaríamos eliminando a los más pobres en nombre de la sostenibilidad de la Economía Nacional.

Volviendo a las asociaciones, hoy también se ha publicado algo insólito:

"Un almeriense, el trasplantado de páncreas de más edad de España". Hasta ahora, aquí al menos, para trasplantarte de páncreas tenías que cumplir una serie de requisitos que aparecen claritos en el Proceso Asistencial de Trasplante de Páncreas de Andalucía. En los Anexos aparece como "Contraindicaciones de Trasplante" el no rebasar los cincuenta años. Quién mejor que el  presidenta de Alcer Almería para ser el pionero, aunque esto se pueda considerar poco menos que "prevaricación" dado el buen trato que hay entre asociaciones y mandatarios. "Yo no protesto, tú me das" tal vez sea una nueva forma de llegar a tratamientos innovadores, únicos, o de pago. No tengo ni idea. Pero, al menos, es una coincidencia; no es raro que alguien como yo, tan mal pensada, la vea. De coincidencias está el mundo lleno.

Las asociaciones, estas que no tenemos aún derecho a mediar a nivel presupuestario porque las componemos analfabetos, según los médicos y según los gobernantes, somos carne de borrego fresca. Puede que algún día podamos decidir sobre si está bien o no que se nos cobre de más por ser enfermos. Como soy malpensante, se me ocurre que he sido imbécil dimitiendo de la ATPáncreas por dos motivos: el del caso de Almería, y el de los otros presidentes para los que hay abaratamiento en los productos médico-farmacéuticos. De eso ya hablaremos.

Habrá que espabilar.

Beatriz González Villegas.






















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